Cuando la rabieta de tu niño te causa una rabieta

 Lo que un niño con una rabieta necesita es un adulto que lo ayude primero a encontrar calma en el cuerpo, y sólo después le ofrezca una oportunidad de aprendizaje. Los niños pequeños (en realidad, todos los seres humanos), no pueden absorber información nueva cuando están en un estado de rabieta activa.

Volvemos a compartir una entrada de Mona Delahooke en su blog The Visible Parent.

«Hace poco una amiga me llamó llorando para contarme que su adorada niña de cuatro años, nacida después de años de tratamientos de fertilidad, estaba teniendo unas rabietas espantosas. Después de haber pasado una tarde preciosa en el centro comercial, la niña había se rehusado a subir al coche, y hasta había tratado de escapar peligrosamente al parking. La mamá de manera instintiva la alcanzó antes de que se alejara demasiado, pero eso desató otra rabieta, esta vez con gritos y patadas.

La gota que colmó el vaso: mientras su mamá trataba de razonar con ella, su niña la llamó “tonta”. La madre le gritó, y la metió en el coche a la fuerza. “Tuve una rabieta de madre”, me dijo. Y se sentía muy mal por eso.

A veces, tu niño le da al interruptor. Se porta mal y de repente, te encuentras perdiendo el control, gritando y pateando junto con él. Las rabietas son difíciles para la mayoría de los padres, y pueden despertar sentimientos intensos e inesperados. La ironía es que cuando los niños tienen rabietas, lo que necesitan ante todo es que el adulto esté tranquilo y lo ayude a recuperar la calma. Los bebés y los niños pequeños están programados biológicamente para calmarse con la ayuda de un adulto afectuoso. Contrariamente a las creencias predominantes, ayudar a un niño que tiene una rabieta no reforzará la rabieta, sino que con el tiempo, fortalecerá la capacidad del niño de calmarse a sí mismo.

De hecho, las rabietas nos ofrecen valiosas oportunidades para promover la salud mental futura del niño. Como padres, preparamos el terreno para que los niños aprendan maneras saludables de manejar su angustia. Comenzamos por observar nuestras propias respuestas a estas preguntas:

  1. ¿Tienes una tendencia a explotar instantáneamente por algo que tu niño dice o hace?
  2. ¿Te sientes frecuentemente fuera de control por algo que tu niño hace?
  3. ¿ Tus reacciones son igualmente o más intensas que los arranques de tu niño?

Si has respondido Si a cualquiera de estas preguntas, es esencial encontrar maneras de mantenerte bajo control. La clave para solucionar las rabietas es encontrar maneras de mantenerte calmo junto a tu niño. Esta mirada es diametralmente opuesta a ver las rabietas como comportamientos “desobedientes” que deberías o bien ignorar o castigar. Lo que un niño con una rabieta necesita es un adulto que lo ayude primero a encontrar calma en el cuerpo, y sólo después ofrecer una oportunidad de aprendizaje. Los niños pequeños (en realidad, todos los seres humanos), no pueden absorber información nueva cuando están en un estado de rabieta activa.

¿Cómo pueden los padres cambiar esta perspectiva para promover un desarrollo emocional saludable en sus niños?

Para padres y madres:

  1. Sé compasivo contigo mismo. Cada vez que pierdes los papeles, es una oportunidad para aprender cómo hacerlo mejor la próxima vez.
  2. Encuentra maneras de mantener la calma en medio de la tormenta de tu niño. Desarrolla la conciencia de tus propios sentimientos. Simplemente ponerle nombre a tus propios sentimientos es un buen primer paso. Hacer algunas respiraciones profundas puede prevenir tu propia rabieta.
  3. Entiende qué es lo que te hace explotar. Si has experimentado demasiado estrés o trauma de pequeño, tu riesgo de explotar ante las rabietas de tu niño puede ser mayor. Si con frecuencia sientes que pierdes el control con tu niño, busca ayuda de un profesional de la salud mental para tener más perspectiva.
  4. Desarrolla herramientas para ayudarte a estar preparado para las rabietas. La meditación “mindfulness” puede ayudarte a calmar tu cuerpo y tu mente. Aplicaciones como calm.com ofrecen ejercicios de mindfulness para practicar tu capacidad de estar presente.

Con tu niño:

  1. Haz tu prioridad calmarse juntos y descubrir métodos que son calmantes para tu niño. Durante una rabieta activa,métodos basados en el cuerpo, como por ejemplo el contacto reconfortante, sonidos suaves, y una presencia calma son más efectivos que hablar. Aislar, castigar o tratar de enseñar a un niño que está en medio de una rabieta no conduce al desarrollo de la resiliencia psicológica.
  2. Después que la rabieta pase, y cuando tu niño esté en un estado de calma, ejerciten juntos la curiosidad. Ahora tú y tu niño pueden analizar lo sucedido. Ayuda a tu niño a darse cuenta de qué fue lo que lo llevó a la rabieta. Si es capaz de poner palabras a los sentimientos que experimentó, aprenderá una valiosa lección para una mejor salud emocional a lo largo de su vida: la autoconciencia.

Esta nueva manera de ver las rabietas abre puertas a padres y a hijos por igual. Daniel Siegel y Tina Payne Bryson escriben en su libro Disciplina sin Lágrimas sobre el impacto positivo que estas técnicas tienen sobre el desarrollo cerebral. Así que recuerda, la próxima vez que tu niño le dé al interruptor, es una gran oportunidad para prevenir una rabieta de madre o padre, y aprender juntos.»

 

La entrada original se encuentra aquí:

When your child´s tantrum make you tantrum

 

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