El llanto es una respuesta del sistema nervioso a situaciones difíciles para los niños, e ignorarlo es una consecuencia negativa que no ayuda al desarrollo de los pequeños.
¿Qué hacer cuando los niños rompen a llorar? ¿Qué es lo que está pasando? Estas situaciones cotidianas en ocasiones son complicadas o difíciles de manejar. Por ello, les queremos compartir este interesante post que la Dra. Mona Delahooke ha publicado en su blog.
Todos los padres saben lo difícil que puede ser ver a los hijos llorar. El instinto lleva a hacer lo posible para traer consuelo y calmar al niño. Pero, la Dra. Delahooke en su trabajo como psicóloga infantil, a veces observa cómo profesionales que intervienen desde la conducta sugieren una reacción diferente para los niños con los que trabajan, incluidos aquellos con diferencias de desarrollo y desafíos de comportamiento. “No presten atención al llanto” dicen. “Eso es simplemente darle poder”. Quienes utilizan este abordaje conductual a menudo ven los comportamientos como algo que un niño usa para obtener lo que quiere.
La suposición subyacente es que los niños han aprendido a usar el llanto como moneda para ganar algo (incluida la atención) o para dejar de hacer algo. En lugar de ceder a este llanto, recomiendan ignorarlo.
Al igual que la Dra. Delahooke, no podríamos estar más en desacuerdo.
Esto es lo que ella nos recomienda: Prestar atención al llanto. Ya que es probable que sea el indicador de que el niño está en apuros.
Llorar, al igual que gritar o tener berrinches, es una respuesta de “lucha o huida”. Es la reacción involuntaria de un niño al estrés.
Como padres y como personas que trabajan con niños, debemos prestar atención al llanto y cambiar la forma en que lo entendemos. Estos son algunos puntos esenciales a considerar:
- El llanto refleja un sistema nervioso autónomo en apuros. Los patrones de comportamiento humano se dividen en tres categorías principales: indican seguridad, lucha o huida, o desconexión. El llanto es una señal de que el sistema nervioso simpático, el que nos permite percibir una amenaza, se ha activado.
- Es un mito que la mayoría de los niños usen el llanto para manipular o salirse con la suya. La visión demasiado simplificada de que los comportamientos son “buenos” o “malos” conduce a otro malentendido común: que la manera de “resolver” estos comportamientos desafiantes también sea a través de lo bueno y lo malo, como por ejemplo, las recompensas o consecuencias. Siguiendo esta lógica, ignorar el llanto supondría una consecuencia negativa. Pero la verdad es que ignorar a un niño que llora como consecuencia simplemente no funciona.
- En lugar de ver el llanto de un niño como algo bueno o malo, es mejor que los adultos lo vean como una información útil sobre lo que el niño necesita. Un niño que está llorando necesita apoyo y conexión relacional. Nuestra reacción debe ser tranquilizar al niño, en el proceso de apoyar a la conexión cerebro-cuerpo del pequeño.
- Una vez que se deja de percibir el llanto como algo malo, se puede ir más allá de las simples recompensas y consecuencias. Por ejemplo, los conductistas pueden pedir a los padres que dejen al niño sin su animal de peluche o sin una actividad que les gusta hasta que el niño deje de llorar. Sin embargo, hacerlo refuerza el mensaje de que llorar es una forma mala de conducta y que los niños simplemente tienen que dejar de hacerlo. En cambio, deberíamos cambiar nuestra lente y hacer que la conexión humana en sí misma sea la recompensa.
- Una de las razones por la que malentendemos el llanto supone una brecha en las expectativas. Creemos erróneamente que a cierta edad o etapa los niños deben poder controlar sus comportamientos y emociones. En realidad, el calendario para adquirir esta habilidad se desarrolla lentamente a lo largo de un amplio periodo de tiempo (entre los 3 y los 26 años en la mayoría de las personas). Entendiendo esto, debemos ajustar nuestras expectativas para ser más realistas.
Lo más importante para reaccionar ante las lágrimas de un niño es ejercer empatía. En lugar de verlo como un acto de búsqueda de atención, deberíamos pensar en el llanto como un recurso subconsciente para el compromiso humano y la conexión. Cuando prestamos atención a estos queridos jovencitos, construimos su comprensión innata de que el mundo verá y satisfará sus necesidades. A su vez, se convertirán en adultos sanos, resilientes y flexibles, personas que ven y abordan las necesidades emocionales y relacionales de quienes los rodean.
La Dra. Delahooke proporciona una hoja de ruta para este cambio en la mirada de los padres, educadores y otros cuidadores en su libro Más allá de los Comportamientos: Uso de la Ciencia del Cerebro y la Compasión para Comprender y Resolver los Desafíos de Comportamiento de los Niños.
La entrada original de la que se ha obtenido este post se encuentra en el siguiente enlace (link).
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